¡La gran pregunta que se hacen muchísimos comensales! ¿Cuál es la verdadera diferencia entre un tinto joven, un crianza y un reserva? Son varios los matices que diferencian cada clase de vino. En El Llagar de Titi contamos con una bodega amplia y de calidad. Desde blancos y rosados hasta los mejores reservas, vinos dulces, cavas y champagnes. Por eso, nos gustaría aprovechar estas líneas para explicaros cuáles son las características de cada clase de tinto.
Absolutamente todas las personas que cuentan con cierto gusto por el vino saben que existen diferencias entre los diferentes tipos. No es lo mismo un joven que un reserva, ¿verdad? Pero, ¿cuáles son realmente los puntos que marcan esa distinción? Son varias las claves que hay que tener en cuenta, como el viñedo que se utiliza, el proceso de fermentación o la vida del propio vino.
La antigüedad marca la diferencia entre un vino tinto, un crianza y un reserva
Es la primera de las diferencias y posiblemente una de las más importantes, sino la más fundamental. La maduración y calidad varían en función de cada uno de los vinos. Así, por ejemplo, cuando hablamos de vinos jóvenes lo estamos haciendo (como es lógico) de viñas jóvenes, con unos taninos más suaves. El resultado es un caldo mucho más afrutado, con menos estructura y también menos agresivo al gusto.
Como es de esperar, los crianzas y los reservas se valen de viñedos de más edad. Esto implica de manera necesaria que sus uvas cuentan con una mayor carga de taninos. Hay que destacar que la maduración y atenuación de los taninos resulta básico para la evolución final del vino. De hecho, de ellos dependerá gran parte de la calidad final.
Diferencias en la fermentación
La fermentación también marca la diferencia entre un tinto joven, un crianza y un reserva. En los jóvenes tiene lugar una ligera maceración del mosto a temperaturas bajas para conseguir suavidad en sabor y aromas. En los crianzas, la fermentación es bastante más larga, con una mayor temperatura. Lo que se consigue gracias a esto es la extracción de una mayor cantidad de taninos, aportando una estructura más compleja al vino.
El uso de la madera
La tercera de las diferencias entre las distintas clases de vino es el uso de la madera. Aporta equilibrio y una complejidad aromática superior. De hecho, la madera puede marcar la distancia entre un buen vino y un gran vino, impactando de manera directa en sus cualidades organolépticas.
Un crianza suele estar en barrica seis meses y en botella otros seis. Lo normal en un reserva, por su parte, es que esté 12 y 12.